sábado, 15 de octubre de 2011

Julián Centeya


Amleto Enrique Vergiati

Julián Centeya

15 de Octubre de 1910 – 26 de Julio de 1974


El 26 de julio de 1974, día en que se cumplían 32 años de la muerte de Roberto Arlt y 22 años de la muerte de Eva Perón, se nos fue para el barrio de donde no se vuelve el hombre gris de Buenos Aires Amleto Vergiatti mas conocido como Julián Centeya.

Había nacido en Italia, allá por 1910, en el pueblo de Borgotaro, en la provincia de Parma, la última ciudad -recordaba él- que se rindió al fascismo. Mi viejo -recuerda Julián- Carlos Vergiatti, era periodista; trabajaba en el diario socialista "Avanti", del cual era jefe de redacción Benito Musolini, quien andaba en amores con una rusa Angélica Balavanof.

Después de la marcha sobre Roma, 1920, la represión se descargó sobre la izquierda en Italia y el exilio se ofreció como única posibilidad de subsistir. Mi viejo tuvo que venirse como refugiado político con mi vieja, mis dos hermanas, yo y un perro que llamábamos Pri Pri. Y al mentar a su viejo, Julián se amasija en el recuerdo, como reclamando la posibilidad de volver a verlo, siquiera un minuto, como antes.


ATORRO

Encanutado en la última pilcha
negao a todo
piantado de mí
En la pinchada que da el atorro
como de nada
puesto en el forro
de un jonca e' pino me iré de aquí
Linda sbrufata la de mi vida
me puso chanta "mamá" miseria
si todo ha sido una piojería
no se dió una, siempre en la vía
pa mi cincharla fue cosa seria
Sobre mi llaga pasé la lengua
cuando la chanta se tomó el piro
y en la mentira de otra salvada
me jugué el todo, quedé sin nada
si es de milagro creé, que respiro
"No tuve un llanto que me llorara
y no habrá un llanto cuando finisca
"solari y rosi"
voy de zarpada
y cuando se haga, no habrá mancada
que otro baraje para esa brisca
Algún gomía de esos que quedan
rante y polenta como Barquina
batirá el justo de la pulpeta
y acaso cuente que fui un poeta
dueño del mundo que da la esquina
y que no tuve más berretines
que los comunes
que fuí sencillo
hecho a ternura, solo en la yeca
con horizontes que me dio el feca
sin otra cosa que un cuore e' grillo
No quiero nada
no se escapelen
paz de lamentos
si me voy piola
En el finirla está la salvada
se va conmigo mi alma cansada
que hace diez siglos no quiere lolas.


*


Habré de inventarme una puteada esdrújula
para arrojarla contra la vidriera del mundo
y contársela después a Cendrás y a Rimbaud
que tan mierdamente vivieron como yo
Claro que habré de inventarme una puteada esdrújula
porque yo me he desentendido de un Dios
que permitió que César Vallejo se muriera de hambre
la tarde de un día gris que contabilizaba sus piojos
Habré de inventarme una puteada esdrújula
Ud dese por invitado. Se lo merece.
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viernes, 14 de octubre de 2011

Evaristo Carriego

Evaristo Carriego

7 de Mayo de 1883 – 13 de Octubre de 1912

Poeta argentino nacido en Paraná, Entre Ríos en 1883.
Se educó en Buenos Aires, y desde joven participó en tertulias literarias y movimientos de tipo intelectual.
Escribió en diversas publicaciones de la época, como «La Protesta», «Ideas», «Caras y caretas» y otras.
Su obra literaria se extendió al teatro y al cuento, dejando dejando varias publicaciones junto a su único libro
de versos editado en vida, «Misas herejes», en 1908.
Después de su muerte, ocurrida en 1912, se publicó el conjunto de su producción poética con el título de
«Poemas póstumos» y «La canción del barrio».

Como un deslumbramiento de rubias primaveras...

Como un deslumbramiento de rubias primaveras
irradian y perfuman las dichas prisioneras
de todos tus encantos ¡Oh, poemas paganos!
Heroína y señora de rondeles galanos:

Para que siempre puedas orquestar tus mañanas
calandrias y zorzales mis selvas entrerrianas
te ofrecen en mis trovas. Que en todos los momentos
te den las grandes liras sus más nobles acentos,

y revienten las yemas donde el placer anida,
en las exaltaciones gloriosas de la vida
que surgen en el cálido floreal de tus horas,
como un carmen de auroras, ¡eternamente auroras!

Conversando

El libro sin abrir y el vaso lleno.
-Con esto, para mí, nada hay ausente-.
Podemos conversar tranquilamente:
la excelencia del vino me hace bueno.

Hermano, ya lo ves, ni una exigencia
me reprocha la vida..., así me agrada;
de lo demás no quiero saber nada...
Practico una virtud: la indiferencia.

Me disgusta tener preocupaciones
que hayan de conmoverme. En mis rincones
vivo la vida a la manera eximia

del que es feliz, porque en verdad te digo:
la esposa del señor de la vendimia
se ha fugado conmigo...

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miércoles, 12 de octubre de 2011

Gabino Ezeiza

Gabino Ezeiza

3 de Febrero de 1858 – 12 de Octubre de 1916


Gabino Ezeiza nació el 3 de febrero de 1858 en un barrio que desde la segunda mitad del siglo XIX fue cuna de payadores, poetas y artistas. Nació en San Telmo, donde los investigadores estiman que debutó como payador a los 14 años en la pulpería de Pancho Luna. El poeta y músico Gabino Ezeiza fue uno de los más reconocidos payadores. Por su sorprendente facilidad para la improvisación se hizo célebre como cantor popular. Compuso más de 500 composiciones. Tenía una aptitud estupenda para hacer versos. Los improvisaba en el momento y como tenía un oído perfecto para la medida, la cadencia y la rima, le salían perfectos. Sus hazañas fueron conocidas y frecuentes los encuentros y desafíos con otros payadores.
Por citar algunos ejemplos, en 1891 sostuvo una payada con Nemesio Trejo que resultó memorable ya que duró tres noches. En 1902 se enfrentó con José Betinotti, quien luego se convirtió en su discípulo, en un circo que funcionaba en Venezuela y Maza, en el barrio de Boedo.
Francisco Pi y Suñer escribió: "Fue el trovador de la pampa. En aquellos tiempos de escasísima población en que la Argentina vivía la vida de los pueblos pastores, fue el bardo errante y vagabundo que iba con su guitarra de rancho en rancho y de pulpería en pulpería, glosando los acontecimientos más notables, recordando los altos hechos de los hombres ilustres, llevando a todas partes las palpitaciones del alma nacional. Hijo del pueblo y entre el pueblo criado, se identificaba con el paisano, con el hombre del pueblo y en forma poética y solemne le cantaba sus cuitas y sus alegrías, sus esperanzas y sus anhelos". Hasta la aparición de Gabino Ezeiza el canto de los payadores se caracterizó por ser anónimo. La payada de contrapunto, difícil arte a base de pura improvisación, fue cultivada por muy pocos elegidos que dejaron sus coplas de pueblo en pueblo. Gabino Ezeiza es recordado como uno de los más famosos en el arte de payar, tanto en su tierra argentina como en el Uruguay. Sus contrapuntos pasaron a la historia. Siempre se recuerda el que mantuvo en Paysandú (Uruguay) con el mentado oriental Juan de Nava el 23 de julio de 1884. Ese encuentro fue presenciado por un auditorio numeroso y ante el estado adverso hacia él del público oriental, improvisó allí la que sería la canción "Heroico Paysandú". En recuerdo de esa payada, en Argentina se celebra el 23 de julio como Día del Payador. Además de recorrer los pueblos del interior con su arte y su guitarra, lo hizo también con un circo de su propiedad: el llamado "Pabellón Argentino", que perdió en un incendio en el año 1893. Grabó discos, y recopiló sus versos en el folleto "Cantos a la Patria". Tanto Gardel como Razzano lo conocieron en los comités políticos a principios del siglo pasado, como a casi todos los payadores de aquel tiempo. Ese conocimiento se hizo trato amigo en la rueda del popular "Café de los Angelitos", en Rivadavia y Rincón. Una placa colocada en Azul 92, en el barrio de Flores, recuerda al negro Gabino Ezeiza. Allí, a los 58 años murió en su humilde casa, pobre como todos los juglares del pueblo, el mismo día que Yrigoyen, del cual fue un fervoroso seguidor, asumió la presidencia en 1916.


Famosa payada entre el Negro Gabino y Juan Nava


Heroico Paysandu

Heroico Paysandú yo te saludo
hermano de la patria en que nací
tus triunfos y tus glorias ofrecerte
te canto de mi patria como aquí
yo guardo este recuerdo de mi patria
pegado en una brisa tu canción
el hijo del temblor de tu saliente
tu más grande y sublime inspiración
hermanos en las luchas y en las glorias
la mina de quien amo y su candor
con ecos nacionales de la historia
queriendo proclamarme vencedor
Heroico Paysandú yo te saludo
la troya y gloria americana por tener
saludo a este pueblo de valientes
y juro de los bravos treinta y tres.
Heroico Paysandú yo te saludo
hermano de la patria en que nací
tus triunfos y tus glorias ofrecerte
te canto de mi patria como aquí.


A orillas del Plata

Bogaba un marino
del Plata a la orilla,
en una barquilla
con increíble afán.
Cortando las olas
que al verse vencidas,
van y embravecidas
en las toscas dan.
Mas llega la barca
de la tosca al lado,
feliz ha llegado
y en tierra saltó
alegre el marino
risueño el semblante
y luego al instante
la barca amarró.

Con paso seguro
casi a la carrera,
cruza la reguera
luego se paró,
en una casita
de pobre apariencia,
luego con las manos
las palmas batió.
Se abrió una ventana
y apareció ella,
una joven bella
-¿quién va? – preguntó,
-¿ya no me conoces?-
contestó el marino,
-¡Soy yo, prenda amada!-
y la puerta se abrió


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lunes, 10 de octubre de 2011

Antonio Di Benedetto

Antonio Di Benedetto

2 de Noviembre de 1922 – 10 de Octubre de 1986


Antonio Di Benedetto nació en Mendoza el 2 de noviembre de 1922. Luego de cursar algunos años de abogacía, se dedicó al periodismo. El gobierno de Francia lo becó para realizar estudios superiores en esa especialidad. Como periodista fue subdirector del diario `Los Andes`, y corresponsal del diario `La Prensa`.
En 1953 publicó su primer libro, Mundo animal, con el que inició su brillante carrera de escritor cuya cima fue la novela Zama, acaso una de las más grandes novelas de la literatura argentina.
Antonio Di Benedetto recibió numerosos premios y distinciones por su labor: el gobierno italiano lo condecoró como caballero de la Orden de mérito en 1969, en 1971 la medalla de oro de Alliance Française, en 1973 fue designado miembro fundador del Club de los XIII, y un año después recibió la Beca Guggenheim. Di Benedetto ocupa un destacado lugar en la narrativa contemporánea argentina. Para ello lo acreditan su personalísimo estilo, su capacidad de crear personajes vivos, su facultad inventiva, su aguda captación sensorial y su activa intencionalidad poética de remodelador del mundo.
En Zama, alcanzó su culminación el realismo profundo de Di Benedetto, fuerte, cruel, incisivo, supera las apariencias de las cosas y acoge en su seno los productos de la más pura fantasía creadora. En 1976, pocas horas después del golpe militar del 24 de marzo, Di Benedetto fue secuestrado por el ejército. Creo que nunca estaré seguro que fui encarcelado por algo que publiqué. Mi sufrimiento hubiese sido menor si alguna vez me hubieran dicho qué exactamente. Pero no lo supe. Esta incertidumbre es la más horrorosa de las torturas`, diría años más tarde. Humillado, golpeado y destrozado anímicamente, fue excarcelado el 4 de septiembre de 1977 y se exilió en Estados Unidos, Francia y España. Regresó definitivamente a la Argentina en 1985. Murió víctima de un derrame cerebral el 10 de octubre de 1986 en Buenos Aires.



Aballay (Fragmento final)
...de Antonio Di Benedetto


Después de unos cien años de rivalizarse, ninguno ganó en morirse. Los dos quedaron sin gestos justito en el mismo instante, y se secaron de a poco. Después se desmenuzaron como un par de panes viejos.
No pasó sin huella para el montado esta fantasía de la noche: le marcó ondas graves de desabrimiento y melancolía. Siempre piensa en el gurí que le hincó la mirada. Pasan años. Un día se encuentra con esa mirada. Sabe que el niño, hecho hombre, viene a cobrarse. Lo ha seguido el mozo. Lo topa en el cañaveral. Podría parecer un santón de poca edad, en digno caballo.
Trae templados los ojos, pero decididos. Igual que Aballay, está en harapos.
Le comunica:
- Lo he buscado.
- ¿Mucho tiempo?
- Toda mi vida, desde que crecí. No pregunta, afirma:
- Conoció a mi padre.
Sería ocioso preguntarle quién es él y quién era su padre.
Le pide:
- Señor, eche pie a tierra.
Aballay decide que tampoco por este motivo puede. Además, esta rumiando que no debe revelar el porqué: parecería un disimulo del miedo. Como demora en su cavilación, padece que el otro lo apure.
- Señor, he venido a pelearlo.
Aballay hace un gesto sereno, que muestra conformidad, y el joven resume:
-Sé que tiene fama de que no se baja nunca del caballo. Tendré que bajarlo. Le ofrecía, no más, la ocasión de un frente en que los dos pisemos firme. Si usted no la quiere, me acomodaré a su modo.
Lentamente, del dorso desenvaina el facón cruzado, que es largo como la búsqueda que ha terminado.
Ágil y rápido, Aballay se inclina pronunciadamente y con incisión certera y enérgico forcejeo corta una caña gruesa y poderosa como de más de un metro. Toma posición, con ella en ristre igual que lanza y ya ha guardado en la faja la hoja triangular del cuchillito.
El desafiante se asombra:
- ¿No tiene cuchillo que valga?... ¿Ni ese cortón piensa usar?
Pero ni más palabras usa Aballay, aguarda. No quiere matar, pero opondrá defensa.
Luchan. Con la caña hostiga y lastima superficialmente. Busca herirle la mano que empuña el arma, para que la suelte. El contendor lo pasa a la carrera, por el costado, bajando planazos que aciertan y escuecen. Vuelve y suelta un mandoble de partir la cara. Aballay esquiva y lo que corta el facón es la caña, formándole un chanfle perfecto. Aballay, por instinto, la mantiene rígida y no afloja. Con el extremo por ese azar afilado, la caña se incrusta en la boca del retador que atropella, y se la destroza. Resbala, manoteando inútilmente el pretendido sostén de las riendas. Desde arriba, Aballay lo estudia, un segundo. No ha cometido lo que no quería: matar otra vez. Compasión y náusea le causa la efusión de sangre que ahoga los ayes y enturbia el bramido. Desmonta a dar socorro y llega hasta el vencido, pero lo bloquea su ley: no bajar al suelo, y lo ha hecho. Angustiado, levanta la mirada, para consultar, y por su cuenta resuelve que en esta ocasión será justo que permanezca todo lo que haga falta. El instante de vacilación basta para que el vengador, de abajo, alce la punta del cuchillo y le abra el vientre. Aballay cae, perdiendo aceleradamente las energías, y lo que se embota primero es el sufrimiento de la cortadura. Alcanza a saber que su cuerpo, ya siempre, quedará unido a la tierra. Con el pensamiento velado, borronea disculpas: "Por causa de fuerza mayor, ha sido...". Aballay, tendido en el polvo, se está muriendo, con una dolorosa sonrisa en los labios.
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sábado, 8 de octubre de 2011

Martha Lynch

Martha Lynch

8 de Marzo de 1925 – 8 de Octubre de 1985


MARTA LYNCH.

Nació en La Plata el 8 de marzo de 1925, como Marta Lía Frigerio, se casó con un abogado de la clase alta argentina, con el que tuvo tres hijos, y con cuyo apellido firmó sus obras. Estudió literatura en la facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires y describió con su obra y con el derrotero de su vida, el drama, las contradicciones y los vaivenes políticos y sociales de nuestro país. Entre 1956 y 1958 actuó en el Comité Nacional Radical junto a Arturo Frondizi, con quien estuvo vinculada afectivamente y militó en el desarrollismo en la década del sesenta, en 1973 fue invitada a ocupar el charter que regresaba a Perón del exilio, en los primeros setenta se fascinó con el movimiento Montoneros, interpretó la violencia guerrillera y escribió, en torno a la figura del Che, El cruce del río; renegó de todo ello en 1976, al instalarse la dictadura militar, que defendió con fervor fuera del país. Se la vinculó afectivamente con el represor Emilio Massera, a quien en algún momento asesoró en la revisión de sus discursos, pero estuvo entre los pocos personajes públicos que reclamaron por la aparición con vida de Haroldo Conti, y en sus últimos años adhirió al radicalismo que impulsaba Raúl Alfonsín. Ficcionalizó al ex presidente Frondizi en La alfombra roja y a Massera como el Vargas deInforme bajo llave, quizás la primera novela argentina donde se narran la represión y la desaparición de personas.
Publicó: La alfombra roja - Al vencedor - Los cuentos tristes - La señora Ordóñez - Cuentos de colores - El cruce del río - Un árbol lleno de manzanas - Los dedos de la mano - La penúltima versión de la Colorada Villanueva - Los años de fuego - Páginas de Marta Lynch - Toda la función y La despedida - Informe bajo llave - No te duermas, no me dejes


Abrumada por una fuerte crisis depresiva, se suicidó el 8 de octubre de 1985. Obtuvo el premio Municipal de Literatura por Cuentos de colores y fue jurado del Premio Casa de las Américas. En los años 80, La señora Ordóñez fue adaptada a la televisión, bajo la dirección de María Herminia Avellaneda y con Luisina Brando en el rol protagónico.


Informe bajo llave
(Fragmento)

Usted, mi siquiatra, mi amable componedor, recibía mis cartas, las recibe, está apilando en sus cajones las entregas de este largo informe, cada día más secreto, quizá más peligroso. Bajo llave; échale llave a la forma como se quebranta mi voluntad, como se resquebraja y pudre lo que nació sano y normal, con buena voluntad, salud admirable, cierta dosis de ansiedad manifiesta. Contemos entre ambos las desapariciones y las reapariciones. Cada día una nueva vuelta de tuerca hacía crujir las vértebras del cuello y dejaba ver un poco más la lengua del ahogado. Sin embargo, en medio del marasmo distingo las fases del poder. Estoy tratando con una parte importante de la vida de todos. [...] La historia se ha tejido con algo que participa de esta blandura. Es un tronco podrido, un invernadero. Una flor carnívora, cortada y que huele a muerto. Se pudren los estratos que recorro con Vargas y se pudren los escalones por los que transitan mis compatriotas. [...] Un país está bañado en sustancias venenosas como ésta. Y yo confundo la aventura personal con la colectiva. Participo de un festín del que me atribuyen una parte secreta. Guárdela con llave, bajo llave. Comparta mi desasosiego.

La penúltima versión de la Colorada Villanueva
(Fragmento)

Entra en la habitación como si algo -¿el aire?- la empujase hacia adelante. Entra, respirando ansiosamente por la boca sobre la que se conserva un aire niño, quizá, los dientes algo prominentes, no mucho, sí lo suficiente para dar a su fisonomía aquel envidiable aire juvenil, aire de zorra, zorra también en el pelaje rojizo que ondea algunos centímetros arriba de los hombros; rojizo con ayuda de Joseph y así es Joseph quien la llama afectuosamente: su turno, venga de una vez, Colorada. La llamaban Colorada sus padres, sus maestros, los chicos de la cuadra, único ámbito memorable por el que transitó su infancia. Y aunque no lo era del todo – oh no, sólo una argentina típica y castaña- siempre le gustó el apodo. De adolescente, hurgaba sus brazos y sus piernas para descubrir el vello rojizo que la destacaba entre las demás. Una colorada en el barrio de Belgrano, Buenos Aires, no era común. Y entra, echando aires, un poco porque siempre le ha costado desplazarse –sus pulmones, su tos constante-, otro tanto porque ha crecido, ya es casi lo que la gente llama una mujer mayor; y de mayor se va perdiendo la seguridad en el trato, la forma de mantenerse erguida o de sentarse. Como un viento de confuso origen ella siente que su estadio de mujer mayor le quita oportunidades de gracia y de estabilidad. Están las manos que –como otrora, a los trece, por ejemplo- se convierten en instrumentos difíciles de manejar. Están las piernas, más pesadas. Están los ojos y el cabello, colorado con la ayuda de Joseph, tan espeso y compacto, todavía legendario. Entra, por fin, segura al menos de que encontrará a los otros. Ellos la acompañan desde tanto tiempo atrás aun cuando se halle convencida de que lo de la compañía puede discutirse, discutir hasta desgañitarse, desgañitarse si entran a darle a la política o a los temas de la moral de hoy. Últimamente, ni siquiera es preciso remontarse tanto; cualquier tema es apto para que se atrincheren en necedades y férreas convicciones, en discusiones de hecho y derechos, alguna mezquindad, un pretendido rencor. Si compañía se llama al combate, ella tiene compañía. Y pensarlo da mayor firmeza a sus pasos y una linda expresión al rostro que, como el de todos, para algunos es bello, para otros, desastroso. Quizá a la gente mayor también la abruma –junto con la inseguridad- ese entorno ambiguo con que cada cosa de la vida se rodea, parece coexistir con la razón opuesta, esto es negro pero según le dé la luz parecerá rojizo como el pelo de la Colorada o amarillo como el pelo de Dolores que también entra, con paso alado, en la habitación.
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viernes, 7 de octubre de 2011

Ricardo Güiraldes

Ricardo Güiraldes

13 de Febrero de 1886 – 8 de Octubre de 1927

Ricardo Güiraldes y Segundo Ramirez, gaucho que inspirara el Don Segundo Sombra

Nació en Buenos Aires (Argentina) en 1886, en el seno de una familia acomodada. Su padre, Manuel, fue Intendente de Buenos Aires durante la presidencia de Roca. Su niñez transcurrió en la estancia “La Porteña”, ubicada en San Antonio de Areco, provincia de Buenos Aires. Allí vivenció el mundo campestre y la realidad del gaucho, que luego plasmó en su obra. Viajero incansable, recorrió varios países y estuvo en contacto con figuras literarias como Dostoievski, Flaubert, Wilde, Baudelaire y famosos pintores y escultores. Contrajo matrimonio en 1913 con Adelina del Carril, quien fue muy importante como apoyo del escritor. Viajó a Rusia y a la India, estimulado por su admiración a los valores orientales, despertados por la angustia interior que le ocasionó el desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial, en 1914. A partir de 1915, comenzó su labor literaria con “El cencerro de cristal”, en el cual se alternan la prosa y el verso y “Cuentos de muerte y de sangre”. En 1917, apareció “Raucho”, de carácter autobiográfico, donde expresó sus vivencias parisinas y reivindicaba la vida en la pampa. Ese año, fundó el Comité Nacional de la Juventud, junto a González Garaña, tomando posición en el conflicto bélico mundial, al propiciar la ruptura de relaciones entre Argentina y Alemania. En 1918, se publicó “Un idilio de estación”, novela breve, que a partir de 1922, se tituló “Rosaura”. En esta obra, nuevamente enaltece la vida campesina en comparación con la de la gran ciudad. Entre 1919 y1920 residió junto a su esposa en París, donde fue estimulado y elogiado por el escritor Válery Larbaud. En 1921 retornó a Argentina. En 1923, se conoció “Xaimaca”, con características impresionistas.
En 1926, surgió “Don Segundo Sombra”, su obra cumbre que lo elevaría a la fama internacional. Fue traducida al inglés, francés, alemán e italiano, entre otros idiomas. Narra la vida de Don Segundo Sombra, un gaucho con todas las características propias de él. Es valiente, astuto, ingenioso y mañero, moviéndose entre dos vidas: la del protagonista y la de su “sombra”, don Segundo. La obra lírica de Ricardo Güiraldes constituye el principal eslabón entre el modernismo y el vanguardismo de la década de 1920, en Argentina. Falleció en París, en 1927, a la edad de 41 años.

Tengo Miedo De Mirar Mi Dolor

Tengo miedo de mirar mi dolor.
No vaya a ser que me quede demasiado grande.
Prefiero calzar mi debe como una valentía de espuelas
e hincando mi pereza, que quisiera morir
cobardemente, andar con frente firme ante la
pampa yerma del dolor de los otros.
Sólo así quiero merecer.

Viajar

Asimilar horizontes. ¿Qué importa si el mundo
es plano o redondo?
Imaginarse como disgregado en la atmósfera,
que lo abraza todo.
Crear visiones de lugares venideros y saber
que siempre serán lejanos,
inalcanzables como todo ideal.
Huir lo viejo.
Mirar el filo que corta un agua espumosa
y pesada.
Arrancarse de lo conocido.
Beber lo que viene.
Tener alma de proa.

Paseo

De Río a Copacabana.
Se dispara sobre impecable asfalto,
se agujerea una montaña y se dispara,
en herradura, costeando océano
y venteándose de marisco.
El mar alinea paralelas blancas con calmos siseos.
El cielo está siempre clavado al techo,
por sus estrellas;
los morros fabrican horizontes de montaña rusa…
Y la luna calavereando.


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martes, 4 de octubre de 2011

Mercedes Sosa

Mercedes Sosa

9 de Julio de 1935 – 4 de Octubre de 2009


Corazón Libre

Te han sitiado corazón y esperan tu renuncia,
los únicos vencidos corazón, son los que no luchan
no los dejes corazón que maten la alegría,
remienda con un sueño corazón, tus alas malheridas

No te entregues corazón libre, no te entregues
no te entregues corazón libre, no te entregues

Y recuerda corazón, la infancia sin fronteras,
el tacto de la vida corazón, carne de primaveras,
se equivocan corazón, con frágiles cadenas,
más viento que raíces, corazón, destrózalas y vuela

No los oigas corazón, que sus voces no te aturdan,
serás cómplice y esclavo corazón, si es que los escuchas

Adelante corazón, sin miedo a la derrota,
durar, no es estar vivo corazón, vivir es otra cosa.


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"No es posible quedarse a contemplar el ombligo de ayer y no ver el cordón umbilical que aparece a medida que todos los días nace una nueva Argentina a través de los jóvenes. No se lamenten los viejos de que los recién venidos ocupen los primeros puestos de la fila; porque siempre es así: se gana con los nuevos."

de

Pensamiento vivo

“La falsificación (de la historia) ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre.”
(...) “Pero se sigue adoctrinando sistemáticamente en la enseñanza de la historia para lo cual los réprobos son los que defendían la soberanía y los próceres los que la traicionaban para fines institucionales.”
(...) “Ese es el gran problema argentino: es el de la Inteligencia que no quiere entender que son las condiciones locales las que deben determinar el pensamiento político y económico.”

“El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”
"Todos los sectores sociales deben estar unidos verticalmente por el destino común de la Nación (...) Se hace imposible pensar la política social sin una política nacional."

Arturo Jauretche

13 de noviembre de 1901 / 25 de mayo de 1974

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