miércoles, 14 de septiembre de 2011

Adolfo Bioy Casares

Adolfo Bioy Casares

15 de Septiembre de 1914- 8 de Marzo de 1999


A lo largo de su trayectoria literaria, utilizó varios pseudónimos: "Martín Sacastru"; "T.M.Chang"; "El falso Swedemborg"; "H.Garro"; "H.Bustos Domecq"; "B.Suarez Lynch" y "B.Lynch Davis", algunos de los cuales encubren a Borges. Participó en diversas publicaciones periódicas como la revista Sur y el periódico La Nación. Adquirió una vasta cultura literaria, científica y filosófica; entre sus autores predilectos se encuentran: Proust, Kipling, Conrad, Eça de Queiroz, Johnson, Gibón, Kafka y Borges. En la figura de Bioy Casares confluyen el creador, el teórico y el crítico que observa y analiza no solo las obras de los demás, sino también la propia. Su exigencia en la creación literaria lo hizo desconocer sus obras anteriores a 1940 y de la que Borges dijo que era "perfecta". "No conozco la angustia del papel en blanco" expresó alguna vez el argentino, para quien la literatura era sinónimo de vida.
Artista intelectual, concibió la creación literaria como una forma de construir otras realidades que descubren los infinitos sentidos del mundo y la vida; las infinitas posibilidades que un destino tiene para realizarse. En la estética de Bioy Casares la literatura, como el universo, esta regida por leyes propias; la expresión literaria es una forma de comunicación natural y un modo de conocer en el que intervienen lo cotidiano, lo imaginario y lo metafísico. La capacidad del hombre al asombro constituye uno de los resortes de su actividad creadora. Su obra relaciona tres aspectos fundamentales: el intelectual, el sentimental y el irónico.


La invención de Morel
Fragmento

Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro. El verano se adelantó. Puse la cama cerca de la pileta de natación y estuve bañándome, hasta muy tarde.
Era imposible dormir. Dos o tres minutos afuera bastaban para convertir en sudor el agua que debía protegerme de la espantosa clama.
A la madrugada me despertó un fonógrafo. No pude volver al museo, a buscar las cosas. Huí por las barrancas. Estoy en los bajos del sur, entre plantas acuáticas, indignado por los mosquitos, con el mar o sucios arroyos hasta la cintura, viendo que anticipé absurdamente mí huida.
Creo que esa gente no vino a buscarme; tal vez no me hayan visto. Pero sigo mi destino; estoy desprovisto de todo, confinado al lugar más escaso, menos habitable de la isla; a pantanos que el mar suprime una vez por semana.
Escribo esto para dejar testimonio del adverso milagro. Si en pocos días no muero ahogado, o luchando por mi libertad, espero escribir la Defensa ante Sobrevivientes y un Elogio de Malthus.
Atacaré, en esas páginas, a los agotadores de las selvas y de los desiertos; demostraré que el mundo, con el perfeccionamiento de las policías, de los documentos, del periodismo, de la radiotelefonía, de las aduanas, hace irreparable cualquier error de la justicia, es un infierno unánime para los perseguidos.
Hasta ahora no he podido escribir sino esta hoja que ayer no preveía.
¡Cómo hay de ocupaciones en la isla solitaria! ¡Qué insuperable es la dureza de la madera! ¡Cuánto más grande es el espacio que el pájaro movedizo!
Un italiano, que vendía alfombras en Calcuta, me dio la idea de venirme; dijo (en su lengua):
—Para un perseguido, para usted, sólo hay un lugar en el mundo, pero en ese lugar no se vive. Es una isla.
Gente blanca estuvo construyendo, en 1924 más o menos, un museo, una capilla, una pileta de natación. Las obras están concluidas y abandonadas.
Lo interrumpí; quería su ayuda para el viaje; el mercader siguió:
—Ni los piratas chinos, ni el barco pintado de blanco del Instituto Rockefeller la tocan. Es el foco de una enfermedad, aún misteriosa, que mata de afuera para adentro.
Caen las uñas, el pelo, se mueren la piel y las córneas de los ojos, y el cuerpo vive ocho, quince días.
Los tripulantes de un vapor que había fondeado en la isla estaban despellejados, clavos, sin uñas —todos muertos—, cuando los encontró el crucero japonés Namura. El vapor fue hundido a cañonazos. Pero tan horrible era mi vida que resolví partir...
El italiano quiso disuadirme; logré que me ayudara.
Anoche, por centésima vez, me dormí en esta isla vacía... viendo los edificios pensaba lo que habría costado traer esas piedras, lo fácil que hubiera sido levantar un horno de ladrillos. Me dormí tarde y la música y los gritos me despertaron a la madrugada.
La vida de fugitivo me aligeró el sueño: estoy seguro de que no ha llegado ningún barco, ningún aeroplano, ningún dirigible. Sin embargo, de un momento a otro, en esta pesada noche de verano, los pajonales de la colina se han cubierto de gente que baila, que pasea y que se baña en la pileta, como veraneantes instalados desde hace tiempo en los Teques o en Marienbad.


Obra


Novelas

La invención de Morel (1940)
Plan de evasión (1945)
El sueño de los héroes (1954)
Diario de la guerra del cerdo (1969)
Dormir al Sol (1973)
La aventura de un fotógrafo en La Plata (1985)
Un campeón desparejo (1993)
De un mundo a otro (1998)

Libros de cuentos

La trama celeste (1948)
Historia prodigiosa (1956)
Guirnalda con amores (1959)
El lado de la sombra (1962)
El gran serafín (1967)
El héroe de las mujeres (1978)
Historias desaforadas (1986)
La muñeca rusa (1990)
Una magia modesta (1997)

Ensayos

La otra aventura (1968)
Memoria de la Pampa y los Gauchos (1970)
Diccionario del argentino exquisito (1971), Diccionario de palabras que no debiéramos utilizar.
De jardines ajenos: libro abierto (1997), recopilación de frases, poemas, y miscelánea diversa.

Memorias/Diarios

Memorias (1994)
Descanso de caminantes (2001)
Borges (2006), (póstumo)



Obras en colaboración con otros autores

Con Jorge Luis Borges:
Seis problemas para don Isidro Parodi (1942)
Dos fantasías memorables (1946)
Un modelo para la muerte (1946)
Cuentos breves y extraordinarios (1955)
Libro del Cielo y del Infierno (1960)
Crónicas de Bustos Domecq (1967)
Nuevos cuentos de Bustos Domecq (1977)

Con Silvina Ocampo:
Los que aman, odian (1946)
con Silvina Ocampo y Jorge Luis Borges
Antología de la Literatura Fantástica (1940)

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"No es posible quedarse a contemplar el ombligo de ayer y no ver el cordón umbilical que aparece a medida que todos los días nace una nueva Argentina a través de los jóvenes. No se lamenten los viejos de que los recién venidos ocupen los primeros puestos de la fila; porque siempre es así: se gana con los nuevos."

de

Pensamiento vivo

“La falsificación (de la historia) ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre.”
(...) “Pero se sigue adoctrinando sistemáticamente en la enseñanza de la historia para lo cual los réprobos son los que defendían la soberanía y los próceres los que la traicionaban para fines institucionales.”
(...) “Ese es el gran problema argentino: es el de la Inteligencia que no quiere entender que son las condiciones locales las que deben determinar el pensamiento político y económico.”

“El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”
"Todos los sectores sociales deben estar unidos verticalmente por el destino común de la Nación (...) Se hace imposible pensar la política social sin una política nacional."

Arturo Jauretche

13 de noviembre de 1901 / 25 de mayo de 1974

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