Nicolás Olivari
8 de Septiembre de 1900 – 22 de Septiembre de 1966
Escritor argentino. Desde muy joven dio rienda suelta a sus inquietudes literarias, que le llevaron a formar parte de los principales grupos culturales y estéticos de su país.
Así, se dio a conocer como integrante del grupo Boedo, para pasar después a engrosar las filas del grupo Florida, congregado alrededor de la revista literaria Martín Fierro, una de las empresas culturales más fecundas del momento.
Los martinfierristas se constituyeron en la avanzadilla de las vanguardias que, hacia la primera posguerra, dominaron el panorama de la cultura occidental. En general, todos ellos asumieron plenamente los postulados ultraístas, cuya poética privilegia el uso intensivo de la metáfora, por lo que lo más valioso de su producción literaria nació en el terreno de la poesía.
Su obra, que abarca diversos géneros literarios, se caracteriza por su personal tono humorístico y agresivo. De sus poesías cabe mencionar La amada infiel (1924), La musa de la mala pata (1926), El gato escaldado (1929), Los poemas rezagados (1946). Entre sus relatos figuran El hombre de la baraja y de la puñalada (1933), La noche es nuestra (1952), Un negro y un fósforo (1959).
17 de octubre
"Desde la negra barrera del otro lado de la villa,
donde el horizonte se fundía con la nada,
con salitre en la mejilla resecada
y una miel despavorida en la mirada
llegaron
los descamisados.
"Desde la fragua abierta cual granada de su sangre,
encajada en el molde de la muerte,
desde altos hornos pavorosos, crudo fuego enemigo
con las uñas carcomidas
y el cabello chamuscado en cansancio secular
sus mujeres desgreñadas por el hambre y sus crías
que no lloran porque miran,
llegaron
los descamisados.
"Sin más arma que el cansado desaliento que en sus trazos se hizo hueco
frente al río enchapado de alquitranes y petróleos,
solfatara de mil diablos expulsados,
del ansioso cielo antiguo de los pobres,
detenido en el asombro de su paso,
la pupila desbarrada en la angustia esperanzada
en un hombre que hace luz en la tiniebla,
que levanta todo aquello que se daba por perdido,
por perdido y para siempre,
llegaron
los descamisados.
"Desde el otro lado de los puentes destruidos
por la mano codiciosa de los despechados
con un grito silencioso en la grieta de los labios,
clamoroso, esperanzado,
latir azulceleste en las venas que se crispan,
levantando los racimos en las manos,
hacia un hombre presentido,
que vibraba delicado,
llegaron
los descamisados.
"Desde el taller cerrado y la fábrica con su cara
clausurada de bondad,
patinada
por el antiguo sudor de sus familiares,
invadieron la ciudad
y el grito fue invadiendo las conciencias
hasta hacerle claridad.
"Claridad junto al Líder recobrado
por su pueblo, el gran pueblo, solo el pueblo,
y para siempre... para siempre, desde entonces
es nuestro, solo nuestro, recobrado por el pueblo,
en aquel día de gloria que empezó oscuro y trágico
hasta hacerse claridad,
cuando el nombre iluminado,
mi prójimo y vecino, mi compañero y hermano,
lo rezaran con el alma, cuando llegaron
los descamisados."
[Nicolás Olivari, publicado en Democracia, 16 de octubre de 1952]
El musicante rengo
Tendrá treinta años el musicante rengo
y acaso un principio de ataraxia locomotriz.
A oír sus rapsodias a este café vengo
arrastrando mi pena como a una lombriz.
La mujer es aquélla, la blanca, la loca
mujer que a todos remira,
la pobre ya siente que toca
la inmortalidad de "Yira-Yira".
El hombre, para olvidar, bebe,
y yo bebo para olvidar:
la mujer esa debe
cocainizarse para terminar.
Entre los tres sumaremos doce lustros,
-¡y estamos tan cansados ya!-
tengamos un gesto de decadencia augusto:
hagamos un "menage a trois".
La ronda tan linda de los desgraciados:
un poeta enfermizo y desconocido,
un rengo con una cuerda que se ha terminado
y la mujer borrosa que de todos ha sido.
El rengo me mira con piadosa mofa,
la mujer me sonríe con un gesto opaco,
yo bostezo y me río de mi perruna estofa,
mientras azul se arrepiente el tabaco.
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